Secuencia ocupacional
Tablada de Lurín presenta cuatro ocupaciones claramente definidas:
Campamentos precerámicos
Campamentos temporales del período inicial
Cementerio de entierros en pozo
Cementerio de tumbas múltiples suterraneas
Campamentos precerámicos (aprox. 7600 - 2700 a.C.)
Unidad en proceso de excavación. Capa D nivel X. Distribución de material lítico y malacológico
La presencia temprana de poblaciones prehistóricas en la zona tiene que ver directamente con el aprovechamiento estacional de los recursos de loma. Un conjunto de campamentos precerámicos se extiende en la parte más elevada del tablazo, al pie del Cerro Tres Marías, ocupando una considerable extensión de aprox. 8 ha. A juzgar por 550m2 excavados (1991-1998), de los cuales 123m2 mediante decapage, cada campamento se componía de un número reducido de fogones (menor de 5), frecuentemente ubicados dentro de cavidades naturales de tereno, y circundados por áreas de actividad y descarte. Según se desprende de las carácterísticas del contexto y de la cantidad de los desechos orgánicos acumulados, la ocupación fue muy breve en cada caso. Probablemente, el área era adecuada para establecer campamentos temporales en el límite del coto de caza, cuando camélidos y cérvidos (venado de cola blanca, Odocoileus virginianus, y guanaco, Lama guanicoe) acudían a la loma en búsqueda de alimento. La dieta basada en el consumo de ambas especies estuvo complementada con la recolección de moluscos en las playas arenosas, en particular de Mesodesma donacium, con la caza de fauna menor de loma, y con la pesca ocasional. El procesamiento de alimentos y la talla de andesitas, hematitas, calcedonias y cuarzo de orígen local son las únicas actividades bien documentadas. Las características tecnológicas y las preferencias en la dieta indican que los habitantes de campamentos provenían del interior del valle. Se desconoce el contexto preciso de cuatro entierros humanos, considerados precerámicos por M. Cárdenas, de los cuales uno contenía a un individuo masculino, dolicocefálico. El quinto entierro, fechado GaK-2470, 7830180 BP, fue encontrado en el fondo de la quebrada Atocongo, distante de los campamentos.
Campamentos temporales del período inicial (aprox. 900 a.C.)
Se trata de evidencias alisladas de fogones y actividad doméstica. Hemos registrado una estructura construida de materiales perecibles y de carácter semisubterránea, de uso temporal durante el florecimiento de las lomas.
Cementerio de entierros en pozo (aprox. 200 a.C. - 100 d.C.)
Su área reconocida mediante excavaciones y sondeos excede 20 ha. Hasta 1998 se ha excavado 4600m2 con 957 contextos. Los entierros típicos tienen forma de pozo cavado en arena (prof. 1m - 3.50m), con cámara y descanso; contienen restos óseos de individuos sentados, fuertemente flexionados, orientados hacia el E o E-NE, indistintamente en todos los grupos de sexo/edad; el ajuar está distribuido en frente y a los lados del cuerpo. Los textiles de envoltorio no se conservan, salvo en improntas sobre piezas de cobre. A menudo la cámara está sellada con lajas oblicuas u horizontales. Los entierros son en principio individuales, pero la práctica de reapertura intencional, con el fin de sepultar nuevos cuerpos desplazando a los anteriores, fue muy difundida (aprox. 26%). Tumulillos y piedras marcadoras en la boca facilitaban la ubicación de la tumba. Al lado de tumulillos se encuentra frecuentemente una vasija con tapa a manera de ofrenda.
Las asociaciones permiten aislar tres categorías de entierros típicos correspondientes a individuos mayores de 1 año: 1. sin ajuar, 2. con cantidad limitada de objetos comunes para ambos sexos, 3. con objetos exclusivos para el sexo representado por el difunto, siendo asimismo el número de ofrendas mayor del promedio. Entre los objetos exclusivos para entierros masculinos mencionemos cabeza de porra, gancho de estólica, tubos, paletas y espátulas. Cantimploras (botellas frijoloides) e implementos de alfarero constituyen ofrendas exclusivas en los entierros femeninos.
Las excavaciones en área hicieron posible reconocer la organización espacial del cementerio. Las tumbas de pozo y cámara se agrupan en núcleos ovales. Los núcleos se distrbuyen alrededor de espacios destinados exclusivamente para entierros atípicos: individuos mutilados, y sepultados decúbito ventral en fosa, así como ofrendas de batracios. Según la hipótesis de K. Makowski, sustentada en los mecanismos de crecimiento de núcleos (estratigrafía horizontal), cada núcleo y cada agrupación anular, compuesta de un mínimo de 6 núcleos, podrían corresponder, respectivamente, a una familia extendida, y a un linaje compuesto de varias familias. Los entierros de élite y los entierros sin ajuar están repartidos de manera aproximadamente equitativa entre todos los núcleos excavados. Las relaciones horizontales parecen haber primado aún sobre las verticales en esta sociedad. Los anillos de núcleos conforman extensas aglomeraciones compuestas por miles de entierros y separadas por espacios libres. Existen premisas sólidas para pensar que el cementerio fue utilizado simultáneamente por varias poblaciones del valle bajo de Lurín, donde se han ubicado numerosos sitios pre-Lima del Periodo Intermedio Temprano. Uno de ellos, Limay, fue excavado.
Cementerio de tumbas múltiples suterraneas (aprox. 100 - 400 d.C.)
Su área mínima es de 2 ha. Las estructuras, de forma ovalada o rectangular (en prom. 1.40 x 1.30 x 0.90m), y con una variedad de sistemas de acceso (vestíbulos, puertas laterales con rampa, aperturas en el techo), están construidas de piedras semi-canteadas dentro de profundas zanjas (hasta 3m). Techos de lajas sobre largas vigas de piedra están soportadas por ménsulas. Las andesitas, utilizadas en la construcción, fueron extraidas de los cerros aledaños. Los mausoleos fueron construidos secuencialmente formándose con el tiempo agrupaciones nucleares. Existe por lo menos un alineamiento SW-NE de estas agrupaciones de 400m de largo. Las 34 estructuras excavadas contenían osamentas, de entre 1 y 23 individuos de ambos sexos, mayormente adultos, sepultados como entierros primarios y segundarios. Se ha podido reconstruir un complejo rito que implicaba enterramientos sucesivos, y distanciados en el tiempo, de varios grupos de cuerpos flexionados y sentados sobre canastas, mirando hacia el Este. Luego del entierro del individuo principal la zanja de acceso se cubría de rellenos con ofrendas. Un sello de lajas marcaba el lugar en la superficie.